martes, diciembre 16, 2003

Reservé mi boleto de avión al DF hace un par de horas. El domingo había escuchado en la radio el mismo anuncio de hace un año: Aerocalifornia, 50% de descuento en todos los boletos. Vigencia al 17 de diciembre. Le pasé la noticia a la aymé, a blanca, y gaby aquí en el trabajo ya sabía. No era el momento. Sin planes seguros ni permiso en el trabajo, y valiéndome queso completamente, llamé. A ver en cuánto sale. Nomás a ver. Y luego, la voz de Karinanosequé al otro lado del auricular, minúscula y chillona, anunciando la tarifa especial, con salida del 30 de enero regresando el 8 de febrero. Un sí escapadizo e innegable absorbi&iocute; al a ver sin dejar pista de su rotunda y segura existencia. Sí, quiero hacer la reservación. Sí, así sin permiso laboral. Sí, aunque probablemente lo mejor sería ahorrar esa lana para el traslado permanente a Xalapa. Sí, pero sí en serio, la fecha límite de pago es el 16 de diciembre. Magnífico, ni siquiera un día para pensarla bien y cancelar la reservación. Me dan el número de confirmación y piden de favor pasar a pagar a las oficinas más cercanas a mi localidad: plaza río. Terminé la llamada. Le gané a la emoción, a la necesidad de viajar. Antes de que entraran urgencias por salir volando y cosquillas en la pansa por la idea de empacar otra maleta, chas, que aseguro el viaje. Que arrebato, que dulce arrebato.
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