jueves, agosto 21, 2003

Pensaba en la llama ardiente del amor, pero era una imagen, no un sentimiento; no, aun, una verdad. Palabras, palabras, melodias, la compasiva invencion de la ternura, la ilusion de un espejo en los ojos del otro, la fascinacion por una piel que no es la propia y a la que anima un aliento sobre el que no se tiene poder alguno ni control; eso, la llama ardiente, los ojos ciegos imantados solo por la belleza y su reino inalcanzable.

- Adriana Diaz Enciso, Puente del Cielo
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