lunes, julio 21, 2003

funda

Guardo mis recuerdos en una funda para almohada. Revueltos, sin secuencia, anacrónicos casi. Como maga que saca conejos rosas de un sombrero sin fondo, voy apareciendo pedacitos de mi vida. Recordando. Boletos de conciertos, lipsticks olvidados, pulseras, ligas para el cabello, tarjetas, recaditos, recibos de cajero, fotos. La mudanza sigue, se tira, se queda, se deja en la bandeja de indecisos. Me sorprenden sobre todo las fotografías, más que nada aquellas donde salgo yo. Son de repente marcas de crecimiento talladas en el tronco de un árbol. En segundo de secundaria, en la graduación de la prepa, en año nuevo del 2000, en septiembre del año pasado. Es gracioso, por momentos podría jurar que me veo igual en todas, pero no. Y reconocer así de repente que el tiempo va marcando su territorio en mi cuerpo me provoca un overwhelming feeling . Soy granito de arena, no hay duda de eso. Pequeña y vulnerable. Sigo esculcando mis memorias tangibles, incienso, hojas de calendario, frijolios rojos de la suerte que me regreso mi abuelita. En el estereo suena Money Jungle, es domingo por la noche. Sentada sola en mi habitación nueva no puedo evitar sentirme un poco triste y serena. La luna se alcanza a ver apenas por mi ventana, entre las persianas de bambú. Son casi las dos de la mañana. Mi almohada esta noche tendrá relleno de nostalgia.
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