viernes, julio 25, 2003

desorientada, la niña se regaña a si misma. diminuto grano de arena perdida en el gran centro comercial, se jala las orejas. se reprocha la inversión hecha en uno de sus largos y melosos sueños diurnos. ha perdido el control un poco, lo sabe. como adicta a un juego de video en donde después de largas horas de emoción, avance y retroceso constante, cae en cuenta de que sus ojos están hinchados y sus dedos cansados, pero es demasiado tarde, está prendada. y sigue jugando. la niña se reprocha esa cosquillita que siente entre la garganta y las costillas que no le permite ceder, darse por vencida, salir a jugar a otro lado.

entre empalago e incertidumbre, la niña dice

tal vez mañana.
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