martes, febrero 25, 2003

la cocina se hizo alberca en la madrugada. una hora y media para vaciarla, despacito, con la pijama arremangada hasta los muslos y sin calcetines. jergas esponjas y cubetas peceras como ayudantes, chiquilla chapoteando y sonriendo en medio de tanto trapo y agua y basura. la labor fue cansada, ¿sabes? se ampollan las manos y se hielan los pies. con tanto silencio y el plish plash de un caudal que no debería estar ahí lo único por hacer era contar lo exprimido y lo pensado. de chapotear a andar en puntitas, de sonreir a morderse el labio. ya por la última cubeta no quedó más que esperar que el incidente no fuera una metáfora (de esas que tanto gustan) profética. las lágrimas pueden inundar también.
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