viernes, enero 03, 2003

Sin sueño decides que es hora de dormir. Tus ojos no están de acuerdo y convencen a tu cuerpo de bailar un poco en la cama. Vueltas, vueltas...sin fantasías, sin borreguitos sobre la barda, sin vasos de leche caliente, sin comezón...vueltas, vueltas. De la nada, del todo, te volteas sobre la espalda y te das por vencida. Eres un vinil, eres el brazo de la tornamesa, eres el espacio entre la aguja y el plástico, que nunca termina, que nunca termina. Eres en blanco, y te das cuenta que posiblemente, probablemente, no todo lo que pasa te pasa precisamente a tí. Y ya es de día.
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