miércoles, enero 08, 2003

Anoche terminé dos pequeños ciclos, creo que fue porque no tenía nada más que hacer.

Terminé mi bufanda de tonos verdes. Quedó más larga de lo que esperaba, se me iba la mente tan lejos tan lejos que no me fijé que el estambre soldado ya me alcanzaba los tobillos (estando sentada). Se hizo el nudo al final y sentí un piquetito por dentro...claro, tantas imágenes invertidas mientras movía las manos. La colgué en mi cuello y miré al espejo. Sentí un peso enorme y me la quité enseguida. Nunca pensé que las palabras habladas hacia adentro podían encarnarse así.

Me acosté a las nueve pe eme. Apagué el teléfono y me puse un libro sobre el estómago. Solo me faltaban treinta páginas, no quería terminar pero sabía, sentía que ya era el momento. Se fue la luz, y por un instante supe que era Elphaba que no quería morir, pero otra cosa se movió entre nuestros dos espacios y regresó la electricidad. Cuestión de minutos inapacibles para que llegara la página cuatroscientos seis, acompañada de ese suspiro mezclado con lágrimas que se atora en la garganta. Not yet.

¿Será posible sentir un lazo más fuerte con alguien porque haya prestado un libro? A la bruú se le quiere mucho más hoy. Me dio un cachito más para mi rompecabezas.


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