domingo, diciembre 29, 2002

De chica jugaba con el reloj, staring sort of games, pensaba que mientras me quedara con la mirada clavada en los palitos de luz roja no cambiarían, no cambiaban. Sin parpadear, sin mover la pupila, del dos no surgiría un tres mientras no apartara mi mirada de su cuerpo. A la más mínima infidelidad el número escapaba y se reemplazaba ante otro, espectáculo mágico ante mis cinco años de vida. Sigo coqueteando de una manera similar con mi máquina. Mientras más tiempo pase frente a ella nada cambiará, por eso me alejo a propósito por largos periodos- considerando la adicción- con ojalás y deseos entre los dientes. Nada. Menos dos.
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